Publicado en 1995 por Editorial Verbum, Madrid, dirigida por Pío E. Serrano. 200 págs. Es una antología prologada por Julio Marzán, quien además seleccionó los poemas. Contiene 38 poemas nuevos y una selección de poemas de los cuatro libros anteriores. |
Selección de RAZONES DE ENVERGADURA
(al regresar de East Hampton,
luego de visitar al poeta, David Ignatow)Un hombre ataja por un campo abierto.
Su abrigo es color tierra.
Le florece el aliento a cada paso.
El viento lo despeina.El campo abierto es ancho para el hombre.
Para los astronautas es pequeño.
Y si de cerca es una cosa triste,
también es cosa triste desde lejos.Desde lejos el hombre se confunde
con la tersa textura del terreno.
Y desde cerca el hombre se confunde
con sólo atravesar un campo abierto.Esto no piensa el hombre que camina.
Piensa que ha de llegar hasta su fuego.
Para viajar
no hace falta avión, ni tren, ni barco,
ni caminar siquiera:
pasa el tiempo y uno
envejece.
A los cincuenta no es posible
desatender el tiempo impunemente.
A esa edad se supone que uno sepa
lo que se puede y lo que no se puede.
Uno ya se conoce y reconoce
lo suficiente para comprender:
que la mierda no alimenta,
que el prójimo es capaz de cualquier cosa,
que siempre nos gobiernan los peores,
que la inmortalidad es una idea,
que sólo con amor se chinga bien,
que el pellejo estirado no se encoje,
que nos quedamos huérfanos,
que el jefe no es tu amigo y viceversa,
que si algo salva sólo el arte salva,
que el Todopoderoso está ocupado,
que las más altas metas no se alcanzan,
que veinte años no, cuarenta es nada,
que cuando quieres llorar no lloras
y a veces lloras sin querer...Ojalá que ya sepas estas cosas
y tengas un feliz aniversario.
De generación
en degeneración.
Perdónanos, Señor.
No sabemos lo que hacemos.
Otórganos, Señor,
Tu perdón general e irrevocable.
Lo merecemos
porque en Ti creemos
aunque nunca sabemos lo que hacemos.
Lo que distingue el trópico antillano
es esta brisa que nos palpa impúdica
los doce largos meses de verano.Aquí los pensamientos,
a la sombra del árbol o del techo
en el sillón de mimbre o en la hamaca,
pasan sin detenerse como nubes:
casi al alcance de la mano.Sobre el blanco calcino de la tapia
la existencia se nos hace extática
cópula de lagartos color piedra
de mirada lejana y enigmática.
Enterrado en su silla,
entreabiertos los párpados, caída
la quijada, y tan quieto...
que asustados llamamos
-¿Abuelo, Abuelo, estás dormido?-Se movió.
Levantó la cabeza lentamente.
Y nos dijo -No duermo,
sólo estoy practicando.-
(con Walterio García Acosta)
Sentados
a una cómoda distancia
hablamos y nos observamos.
Disfrutamos
nuestra sesión semanal.
A veces se desborda la hora
y seguimos conversando.
A veces vamos a tomar café.
Mantenemos siempre
altura en el pensamiento
y elegancia en la sinceridad.
Nos perdonamos.
Nos protegemos los sentimientos.
No contemplamos el fin
de nuestra concertada relación
donde espero que estés y me escuches,
donde somos casi amigos.
Siempre al borde.
Siempre a punto de ver.
Siempre perdiéndose
el destello fugaz
el clamor del instante
la móvil relación
entre nosotros
y los otros
y las cosas...Y después, las palabras voladoras
caminando como moscas
sobre el mantel manchado por el vino
entre los platos sucios y las migas
de la última cena.
El presente revela que ha llegado el futuro,
que está pasando, que pasó
sin detenerse, como guagua llena.Me ves en la parada
agitando los brazos y gritándole
a ese futuro, que me vuelve pasado
y nos separa.
(a Josefina Guarch)
No sé porqué me empeño en tu presencia,
ni porqué me entristece recordarte,
si más de lo que amé no puedo amarte,
si aún te siento viva en mi conciencia.Sólo consigo exacerbar tu ausencia,
el deseo de verte y escucharte,
aguardarte, sentirte, acompañarte...
y agotar mi salud y mi paciencia.Resurge la orfandad apabullante
como un buche de sangre que se traga
para que asuste menos al sangrante,que al fin ha de morir con esa llaga,
no importa lo que piense, lo que haga,
ni la vida que tenga por delante.
Función.
Disfunción.
Defunción.
(a J. G. R.)
¿Y se perdió tu aliento
cuando la tierra se tragó tu carne?
¿O se quedó en el aire
porque al aire regresa lo que es aire?
Invisible presencia que sorprende...
Brisa que alivia y sana...
Aura que le abre paso a las auroras...
Áspero vendaval de los desiertos...
Hosco huracán que rompe, arrasa, inunda...
Pomposo ventarrón del aguacero...
Tromba que surca mares y llanuras...
Elucubrados vientos marineros...
y otras extrañas ráfagas
que soplan en el sol y entre galaxias...¿Cómo escindir un aire de otro aire
si todo es aire?Acaso te respiro,
te he respirado todos estos años
desde que no te miro, escucho, beso.Quizá me hiciste falta cuando niño.
Quién recuerda esas cosas tan profundas.En esta tarde de ceniza el cierzo
sacude las ventanas y se oculta
detrás de las cortinas,
mueve las verdes plumas del helecho,
levanta los papeles,
roza mi piel y me acaricia el pelo.
Pero a mí, que he vivido tantos climas
en este apartamiento,
no me tientan las húmedas corrientes
aunque me traigan motivos poéticos.
No saldrá de una manga de borrasca
la ráfaga que raje el pensamiento.Por eso sigo piedra. Pero hay días
que me siento ser barro blando, quieto,
confundido en el barro de esta orilla
donde se dice adiós sin entenderlo.Entonces, necesito
decirme ciertas cosas y no puedo.
Paso las horas sentado en esta silla
esperando, buscando, deseando
sacar del aire el soplo de tu aliento.
Me miro el cuerpo
solitario de alguien que acaricie
su carne sensitiva.Me miro el cuerpo solitario
de alguien que se ponga entre el espejo
y su carne animada.Me miro el cuerpo solitario de alguien,
carne viva trabada al esqueleto
que se cruza de brazos, sacude la cabeza,
y termina dándose la espalda.
(con Keats, Dirube y Ben Hogan)
Adentro no hay nada. Sin embargo
nos detenemos a contemplar
su forma fluida, fabricada para contener.
Percibimos el espacio que ocupa
entre la nada interna y la externa.Comprendemos las asas, dos, bien asentadas,
asidero de amarras, dedos, pero ahora,
es lo que importa, nos definen
el peculiar aspecto de su estética:
dos dimensiones que bisectan tres...
comunión de encontradas simetrías.Redondo y suave el labio
que hace siglos vertiera aceite o vino
evoca, atrae, con armonía sensual/sexual,
la parábola aguda de su base
que ya parece fuerte, inevitable.
Su inestabilidad se estabiliza.
La imaginamos en Pompeyacolocada en el hueco de una tabla...
Amarrada a una viga en la bodega
de un velero fenicio...
Incrustada en la arena de una playa africana...
O en el fondo del mar...¿Por qué no se perdió? ¿Por qué su barro
sobrevivió las vueltas que dio el mundo?
No lo sabemos, pero ahí está,
ante nosotros, hoy,
cerca y distante como un poema.
(con Góngora)
Si alcoholes elevaran mi poema
sería un borracho como Dylan Thomas.
Si el opio mejorara mi poesía
sería un adicto como William Blake.
Si existiera el Diablo y estuviera,
a cambio de mi alma maltratada,
dispuesto a hacerme poeta para siempre,
le arrancaría la garra agradecido.Sin embargo, ni en humos, ni en alcoholes,
ni en milagros fantásticos la escucho,
canta en las piedras y orillas del camino
que me tocó trillar y retrillar,
y me detengo a oirla desde mi cotidiana
que es vida y nada más.¡Oh dulce vida que a gustar convoca,
si la muerte me toca y no te alcanzo,
contempla en lo que he escrito cómo avanzo,
verás que hacia ti iba... hacia ti iba!
El matrimonio es una escuela
y el divorcio es la graduación.
Los malos estudiantes
repiten el curso.
O besa,
o se va.
Ella culeando
y yo
eyaculando.
(con el perdón de Pope)
Bella joven, los pelos del sobaco
le imparten un acento extra ordinario,
dicho sea con garbo literario:
brazos de ninfa, axilas de cosaco.Infarta el fisgador y el más bellaco
lleva en el cuello cruz y escapulario
desde aquel pasadía legendario
que alzó su brazo y espantó el verraco.Aún sin alzar el brazo se le hirsutan
por encima del chicho y le disputan
primicia pornográfica a hirsutecesmás ocultas al público inocente.
Pero no se preocupe por la gente,
porque la gente se equivoca, a veces.
(PRÓLOGO DE RAZONES DE ENVERGADURA)
HJALMAR FLAX: CRIADOR DE SAPOS
por Julio Marzán *
Nuestra historia intelectual exhibe la tendencia a anclarse en lo conocido, lo seguro, lo consabido, y esa proclividad muchas veces nos ha distorsionado el valor de las cosas. Nuestra crítica literaria, por ejemplo, se caracteriza por reafirmar o meramente repetir la crítica anterior. Esta costumbre explica porqué a estas alturas nos queda por conocer al Luis Palés Matos no popularizado y a la Julia de Burgos más completa y contradictoria. En otras palabras, aún estamos por descubrir la complejidad de nuestra cultura. Se sigue leyendo y estudiando a éstos y a otros de nuestros grandes poetas a la luz de la crítica de otra época, de lecturas consagradas hace años sin revisión. Repitiendo ese patrón, solemos resumir la producción poética de la generación que abarca los años sesenta y setenta en uno que otro de los consabidos grupos sin considerar que existía poesía independiente de esos grupos, otra poesía de igual o mayor importancia. Ejemplo de esto es la poesía de Hjalmar Flax, uno de los poetas que surge en los sesenta, pero muy fuera de sus mitos.
En los sesenta, la "vieja guardia" isleña fue la generación de los cuarenta y cincuenta que, en su momento más rebelde y mejor intencionado, para hacerle frente al inglés impuesto, abrazó nuestras raíces hispánicas. Ese movimiento hispanista, en el cual abundaban profesores y docentes, cultivó una poesía mayormente académica y, en muchos casos, escrita bajo los efectos de poetas españoles exiliados residentes en Puerto Rico. Sin embargo, para los sesenta la hispanidad de la generación anterior llegó a representar otro tipo de colonialismo cultural, un modo refinado de esquivar nuestra puertorriqueñidad contemporánea.
Con fines de combatir el colonialismo en todas sus vertientes y definir la localidad y su realidad cultural, política y social, los jóvenes de los sesenta buscaron una nueva poesía sintonizada con la nueva conciencia generacional. Conjuntamente, esos poetas celebraron modos de liberarse del pasado y prometían un sorprendente paso hacia lo nuevo y desconocido. Los que publicaban en las revistas Ventana, Zona y En el país de los tuertos, se concentraron en trabajo literario, adoptando estilos y estructuras que hicieron de su poesía la voz de una cultura ya industrializada y moderna. Por otro lado, en las revistas Guajana, Versiones, Mester y Palestra, entre otras, se publicaban aquellos poetas que se proponían cumplir una misión políticosocial, escribiendo testimonios en contra del sistema capitalista, la explotación económica, el racismo y el colonialismo, inclusive sus tentáculos culturales. Estos poetas "comprometidos", debido a tantos acontecimientos políticos y sociales característicos de los sesenta, son los que muy naturalmente han sido identificados como los de "la generación de los sesenta" (que abarcó los setenta), y su poesía aún se conoce como la más revolucionaria.
Pero otra vez lo consabido nos traiciona. A pesar de su vanguardismo políticosocial, la poesía "comprometida" marchaba hacia adelante postulando una estética antigua, muy arraigada en la tradición que condenaba. Era común toparse con un léxico de imágenes neorrománticas y tradicionales (palomas, espigas, rosas). En sus revistas y antologías se identificaban con nuestra tradición más europeizante e hispanófila. En resumidas cuentas, hacían campaña contra los sacerdotes de la vieja guardia aún creyendo en el mismo dios. Era la contradicción que manifestó uno de los poetas más "comprometidos" cuando me reveló en secreto que, además de sus poemas políticos, trabajaba a escondidas un libro de "poesía de verdad", que resultó ser una colección de sonetos.
La buena creación artística nace sorprendiéndonos de verdad, violando las expectativas y faltándole el respeto a lo consabido muchas veces sin intención, ni pretensión, ni etiqueta con instrucciones de cómo debemos responder ante ella. Como señaló Walt Whitman, el poeta escribe el poema, pero su grandeza reside en la grandeza del público lector capaz de reconocerse en él. Y ése es el desafío que desde los sesenta presentan los poemas de Hjalmar Flax.
Aunque bien en la línea poética de Ventana, Zona y En el país de los tuertos, Flax no figuró en ningún grupo. Quizás esa falta de etiqueta también contribuyó a que no se le diera la atención merecida. O puede haber sido porque era personalmente diferente. Para empezar, lejos de nuestro mito del boricua típico, Flax es de ascendencia judía-norteamericana y puertorriqueña. Aunque se formó en Puerto Rico, su educación se enriqueció con viajes a Europa y a los Estados Unidos. Además es un abogado litigante que no le gusta litigar. Flax no figuraba en ningún grupo y tampoco llevaba el lunar de lo familiar por ningún lado.
Ya pasados los nubarrones de polvo y pólvora verbal, y ya que el estruendo de los fusiles de papel está distante, podemos mirar hacia atrás con más lucidez y honestidad. Lo que descubrimos es que mientras otros hablaban de hacerlo, si se trataba de desenmascarar al burgués, Hjalmar Flax escribía "El padre nuestro":
Padre nuestro que estás en la oficina,
reverenciado sea tu nombre.
...
Ampáranos de la policía.
Excúsanos de servir en el ejército.
Pues tuyo es el país,
el poder y los pesos,
por los siglos de los siglos,
amén.
El "amén" juega bilingüemente y de modo genialmente compacto, evocando que el poder y los pesos irán "a [los] hombres".
Sin fatiga de guerrillero, ni boina de bohemio, Flax nos dirige la atención hacia los pequeños laberintos que nos hacen la lucha a diario. Hay proyectos más alborotosos y heróicos, se sabe, pero el reto del escritor es reconocer fríamente el papel que le toca a cada cual, inclusive a sí mismo. En el caso de Flax, renace el empeño poético cuando se enfrenta a lo cotidiano de su propia vida, vida no lírica o heróicamente literaria, sino mera vida, una más, pero luchando contra las posturas, los autoengaños, y los romanticismos inventados por uno mismo. Su "Lamento Borincano" reduce la famosa canción a su mínima lección cruda y realista:
Me cago en mi vida gris,
efímera e infeliz.
Ante el festejo, a veces forzado, que suele caracterizar la vida puertorriqueña, Flax se atreve a confesar que a veces no alcanza a seguir la parranda:
Cuando era niño,
quería ser grande,
tener automóvil y hacer
lo que me diera la gana.
Ya soy grande,
tengo automóvil
y no puedo hacer lo que me da la gana.
No sólo porque no puedo,
sino porque a menudo
no me dan ganas.
--Ganancias
Para un poeta que no cabe en el festejo popular, ni en el materialismo vulgar, ni en la superficialidad de su clase social, ni tampoco en la vida isleña moderna, atrozmente aburrida y hace tiempo desromantizada, el único remedio es la fascinación infinita que ofrece el idioma. Por lo tanto, Flax se regodea en los juegos de palabras: "Síntesis" (sin tesis), Elegía Plena (elegía y plena), "Confines Peligrosos" (con fines de peligro; con fines de pelo grueso; confines de peligro). He aquí uno de sus rasgos estilísticos más puertorriqueño: la ambigüedad verbal, especialmente esa ambigüedad "con fines de pelo grueso":
Coño,
dame un cognac.
Cognac,
dame un coño.
--Alcohol II
Para su sentido de humor poético, especialmente en los juegos de vocablos, Flax se amamanta de sus raíces caribeñas. Esta raíz de humor nativo se descubre en el siglo veinte cuando la voz popular entra en la literatura (Palés, Guillén, Cabrera Infante, Sánchez, y muchos más). Flax también se nutre de su gran herencia de humor judaico, universalizado ya en el cine de Hollywood. Claro está que Quevedo es un antecedente, pero figura con igual importancia Luis Palés Matos, en cuyos poemas abunda el lenguaje lúdico: "Asteriscos para lo intacto" (el asterisco le añade y, por lo tanto, desbarata lo intacto); "mientras tires tú me dura el canto" (mientras tires, sexualmente, me dura tu "canto" sexual). En su poesía afroantillana, Palés sembró la consciencia antipoética que más tarde será identificada, de manera un tanto exagerada, exclusivamente con Nicanor Parra, otra influencia en Flax. Y a las influencias en español tiene que añadírsele la tonalidad irónica de varios poetas norteamericanos, entre ellos William Carlos Williams. Dentro de esa tradición antipoética --Quevedo, Palés, Parra, Williams-- se forma la poesía de Flax.
En una de sus novelas, Rayuela o 62: modelo para amar, Julio Cortázar utiliza la imagen, "como un novelista puertorriqueño con la estrella en la frente". Cortázar no es el único que nos pinta así. Es muy común escuchar a extranjeros recordar al puertorriqueño como un criollo soñador, romántico y algo ingenuo en su idealismo: lo que puede entenderse como halago o menosprecio. Nosotros mismos hasta hace muy poco guardábamos con orgullo un modelo colectivo muy cercano a ese criollo romántico y soñador. Por esa razón la generación de Palés, dándole de codo al poeta afroantillano, encumbró a los españoles residentes en la isla y a esos patriotas nuestros "con la estrella en la frente".
Esa generación nunca logró entender la innovación palesiana de escribir "en boricua" hablado, un lenguaje directo y realista. Al señalar que lo que sonaba en el pecho puertorriqueño era un tambor africano, Palés chocó contra la "verdad" que siempre nos repetíamos, la del criollo blanco que negaba nuestras raíces africanas. Desde entonces Palés ha sido admirado por la musicalidad de sus versos y la brillantez de sus imágenes pero pocos han bajado la barrera de resistencia ante su discurso, reiterando así lo que Pedreira describió como la costumbre de esperar que nos midan nuestra realidad en un "tono admirativo" y René Marquez llamó la expectativa de recibir la "píldora dorada". Hoy la misma tendencia contribuye a que el lector puertorriqueño, contemplando los sesenta y setenta, prefiera identificarse con una poesía que evoca heroísmo, idealismo y lucha histórica, y así cegarse ante otra poesía que nos desinfla el "tono admirativo" y nos "desdora" la píldora, algo que hace muy bien la poesía de Hjalmar Flax.
En lugar de heroísmos que nos halaguen, la poesía de Flax nos ofrece un espejo y una autocrítica. Si en los setenta carecía de muchas de las modas que identifican a los grupos y movimientos de esa década, hoy tampoco se ubica entre las filas de los "poetas" de salón, y también se aparta de la "popu-poesía" de supermercado y café teatro. Flax trabaja una voz sencilla que habla para sí misma y sin embargo resulta ser esencialmente colectiva y puertorriqueña. Es la mañana después del bembé. Es la voz de un tipo blanco, y también la voz del Macho Camacho ya cansado de tocar su guaracha y luego de varias sesiones de sicoterapia.
De los poemas de Flax emana la música que se oiría en las oficinas, los tapones, las máquinas, los balcones y las paradas de guaguas, si se apagaran los motores de los automóviles, se bajara el volumen del tocacintas portátil y se escuchara bien. Es una poesía urbana, escrita a la sombra de un edificio sobre la mesa de un café. No es el estereotipo ni de poesía "caribeña" ni de poesía "popular" aunque contiene elementos caribeños y populares. Con sobriedad, con un sentido de ironía sutil y tajante, hasta quirúrjico, comparte sus pérdidas personales, de amores, de su madre, temas que para otros poetas serían motivos para lirismos y escapismos retóricos:
Le he cogido cariño a la Funeraria Ehret.
Ellos se han encargado de enterrar
a tantos parientes y amigos.
Ha sido lugar de solemnes reuniones
con demás parientes y amigos extraviados.
He sufrido tanto en la Funeraria Ehret.
He dado y recibido tantos pésames.
He llorado en sus pasillos y en sus inodoros. ...
--"El Poeta y su medio"
En fin, Hjalmar Flax carece de la estrella en la frente. A través de tres décadas y cinco libros, Flax ha escrito sin pretensiones ni histrionismos, sin repetir lo consabido. A nuestra vida (que a menudo se reconoce en fórmulas prehechas de nociones políticas, culturales y sociales) Flax le añade su originalidad, el exotismo de su habla limpia y sin "truco de especiosa culinaria". Pero por esa misma dote, por no caber en el molde simplista que de nuestra cultura compleja nos imponemos, hay quienes dicen que Flax es un enajenado. Si lo es, es un enajenado de lo obvio, lo consabido y lo vacíamente consagrado. Dentro de su enajenación ha cultivado un jardín imaginario, como dijo, citando a Yeats, la norteamericana Marianne Moore en su poema "Poetry": "un jardín imaginario con sapos de verdad". Para Flax, ese jardín es su modo de conversar con los que aprecian la música de emociones genuinas más allá del alboroto cotidiano. Criando sapos Hjalmar Flax realiza su oficio de importante poeta.
Julio Marzán
Nueva York
1995
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* Julio Marzán (1946) se graduó de las universidades de Fordham (B.A.) y Columbia. (M.F.A., School of the Arts), y New York University (Ph.D.) Dio clases en Fordham, Bard College y NYU. Fue “Distinguished Visiting Professor of Languages and Culture” en William Patterson University. Poeta bilingüe, su poesía se ha publicado en numerosas revistas y antologías en ambos inglés y español. En español publicó Puerta de Tierra y en inglés Translations without Originals: Poems. Su poesía le ha merecido los siguientes premios: un “Foundation for the Arts Fellowship”, un “Creative Artists in Public Service Fellowship”, el “‘Y’ Poetry Center’s Discovery Award”, y “The Dylan Thomas Memorial Award” que otorga The New School. Fue crítico literario para el periódico The Village Voice y fue el editor y consultor principal de la serie (13 programas radiales), Faces, Mirrors, Masks: Twentieth Century Latin American Fiction, producción de National Public Radio. Para esta serie escribió los guiones de los programas sobre Borges, Onetti y Luis Rafael Sánchez. Es autor de The Spanish-American Roots of William Carlos Williams, y The Numinous Site: The Poetry of Luis Palés Matos. Como traductor y editor publicó la antología bilingüe Inventing a Word: An Anthology of Twentieth Century Puerto Rican Poetry, y sus traducciones de poemas de Luis Palés Matos se recogen en el libro Selected Poems/Poesía Selecta: Luis Palés Matos.
PRESENTACIÓN DE RAZONES DE ENVERGADURA
por José Luis Vega *
LA POESÍA DE HJALMAR FLAX
Hacia 1969, en un poema de su primer libro, Hjalmar Flax, con el dejo irónico que lo caracteriza, anunció su propósito de crear "una nueva mitología de lo consuetudinario". Veintisiete años después reiteró aquella intención, aunque de manera menos alardosa. Sencillamente dice: Se te cae el pelo, / escribes / "se me cae el pelo". Estas palabras encierran la clave de una poética que cifra su principal afán en ser una transcripción de los aspectos ordinarios de la existencia. Hjalmar Flax ha sido rigurosamente fiel a ese propósito. El resultado es una de las obras líricas más auténticas de la poesía puertorriqueña contemporánea. Esa obra, que andaba dispersa en cuatro libros publicados, ha sido reunida por el gusto antológico de Julio Marzán bajo el título de Razones de envergadura (1995) con un añadido sustancial de treinta y ocho poemas inéditos y un prólogo que fija el lugar de Flax en el proceso poético puertorriqueño.
Razones de envergadura permite apreciar la unidad del apartamiento poético de Hjalmar Flax. Y digo tal - y no mundo- porque el ámbito primordial de esta escritura son los confines peligrosos y los pequeños laberintos del apartamiento interior y del apartamento donde vive el poeta. Desde los versos iniciales recogidos en 144 poemas en 2 libros (1969) hasta sus más recientes poemas Hjalmar Flax ahonda, matiza, recicla, insiste y afina las notas básicas de su melodía: la reflexión sobre el arte, la soledad, la fugacidad de la vida, el desencanto y la exploración lúdica del lenguaje, entre otras - muy pocas- obsesiones. Grandes y viejos temas que el arte de Flax miniaturiza, coloquializa, ironiza y erotiza hasta volverlos modernos. La vivacidad de un lenguaje basado en la inteligencia reflexiva y el humor conceptual e irreverente eleva su poesía de lo monocorde. Los temas y sus variaciones se repiten de sorpresa en sorpresa, siempre aviados de ingenio, siempre armados de irónico humor y pulimiento técnico hasta conformar un cuerpo poético capaz de interesar, conmover e irritar a lectores de diversa condición.
Razones de envergadura muestra, además, otra constante de la poesía de Hjalmar Flax que se me ocurre llamar "la fidelidad del poeta a su propia voz". Quienes conocemos a Hjalmar constatamos la escasa distancia que media entre su voz personal y su voz poética. Apenas podemos discernir dónde termina el coloquio del amigo y dónde empieza el trabajo del poeta. Sus poemas y sus chistes, sus poemas y sus juegos conceptuales, sus poemas y sus juicios y prejuicios, sus poemas y su tono vital forman una suerte de entramado donde vida y poesía casi son la misma cosa. Y no sabemos si nos hallamos ante un vitalismo que transmuta el arte en vida o ante un manierismo que convierte la vida en arte. De cualquier forma el saldo es la autenticidad. De Hjalmar podemos discrepar; pero no dudar.
Razones de envergadura permite contemplar los trazos de esta obra y preguntarnos cómo se inserta en nuestra poesía contemporánea. Julio Marzán ha observado con acierto que la poesía de Flax se inicia en los años sesenta muy al margen de los mitos de la poesía política que entonces prevalecía, sobre todo en las páginas de revistas como Guajana y Mester. En otro lugar he dicho que la poesía puertorriqueña actual es un proceso que corre desde el realismo social de los años sesenta hacia la diversidad que ha prevalecido, acentuándose en las últimas tres décadas. Hjalmar Flax estuvo solitariamente -casi sin proponérselo- a la vanguardia de esta apertura hacia la diversidad. Impermeable a los programas y a las ideologías, Hjalmar Flax sólo puede ser fiel a sí mismo. Su segundo libro, Los pequeños laberintos (1978), confirma la disonancia latente en el primero e inscribe plenamente al poeta dentro de la corriente irónica que caracteriza a un sector de la poesía puertorriqueña actual. Quienes a principios de la década del setenta iniciamos empresas literarias alternas hallamos en Hjalmar Flax un acorde familiar. Esta afinidad la percibió antes que nadie Julio Marzán, quien desde Nueva York estaba atento a los avatares de la poesía puertorriqueña que se escribía en la Isla. Así fue que una noche, creo que a fines de la década del setenta y en una de sus frecuentes visitas a la Isla, se apareció en mi casa con la persona inconfundible de Hjalmar Flax. El encuentro se imponía porque entre los poemas de Hjalmar y las ideas sobre la poesía que entonces preconizaba la revista Ventana, que yo editaba junto a Salvador Villanueva, había tangibles vasos comunicantes. Por aquellos años Ventana postulaba la necesidad de ir más allá del mesianismo de la poética social de los años sesenta. Defendía el rigor formal y la apertura a una temática centrada en la diversidad de la experiencia humana. Frente a las certezas programáticas del poeta social, se abría una brecha irónica por donde entraba la vida cotidiana, a veces con humor, otras con amargura. Nada de eso resultaba extraño a Hjalmar Flax quien, por sus propios caminos, había llegado a posiciones semejantes. Así nació, no sólo una relación literaria, sino una amistad que hasta el día de hoy se acendra.
En el centro de la escritura irónica de Hjalmar Flax se instala la sospecha, la imposibilidad de creer, sin más, en las fábulas del mundo. Un dístico suyo resulta conmovedor por su descarnado humor: Pobre princesa / se equivocó de sapo. Otro breve titulado "Siglo Veinte" dice, con aire que recuerda las viejas coplas de Jorge Manrique: Ya los milagros pasaron. / Sólo quedan los recuerdos / de historias compadecidas / cuando entonces ocurrieron. / Y no sabemos si fueron / de verdad o de mentira. El sujeto poético de la obra de Hjalmar Flax reproduce la figura del hombre moderno que duda de la dimensión trascendente del mundo. El mito, el milagro, la fábula, la edad de oro y la utopía quedan fuera del campo de su legitimidad. Besar al sapo no conduce al príncipe, sólo al sapo, a su estoica figura agazapada. Así, sin ilusiones y sin consolaciones mayores, el poeta urde su respuesta ética ante la opacidad de un mundo que no tiene otra esperanza que la que pueda nacer de la propia imperfección. Es la gran orfandad y la absoluta soledad del hombre en la tierra. En uno de sus escasos momentos de ternura desarmada Hjalmar lo reconoce: [...] Porque ser / huérfano es un estilo, una actitud / vital, existencial: saberse solo, / irremediablemente desligado, es / tener el mundo al frente, atrás, encima, / debajo, alrededor, pero jamás / estar dentro del mundo. / Así, morir / debe ser como el hombre que quedó / flotando en el vacío: momia envuelta / en su hermético traje del espacio.
Ante tal desligamiento sólo la palabra y la poesía ofrecen asidero; y Hjalmar hace del lenguaje su patria fundamental. Allí se instala y se ampara. En sus versos hallamos el más agudo conceptismo de la poesía puertorriqueña. Los títulos de sus libros ya anuncian el juego de vecindades semánticas y de homofonías que lo caracterizan: las Razones de envergadura (1995) son también razones de verga dura, subtexto que revela el motor libidinal de esta escritura. Los Confines peligrosos (1987) son a un tiempo espacios (confines) y propósitos (con fines) de peligro; pero también son espacios púbicos y peli grosos, es decir, de pelos gruesos. El Tiempo adverso (1982) es también, en virtud de la preposición latina ad, el tiempo para el verso. Mecanismos semánticos como éstos dan pie a las continuas sorpresas epigramáticas que adoban la poesía de Flax: como ésta que se apoya en una imprevista conjugación: Porvino ya el porvenir / y nos lo estamos bebiendo. O este otro donde la grafía y sonido, encontrados, provocan una doble lectura: Obesa o se va. Lo mismo en esta afirmación de que la humanidad, según Hjalmar, progresa De generación en degeneración. O esta sinopsis de la existencia de un funcionario cifrada en tres palabras: Función. / Disfunción. / Defunción. A veces una sola palabra gana potencia de poema y abre la caja china de sus acepciones:
Depresión
es el término siquiátrico
para decir desgano, pesimismo.
[...]
También es argot metereológico:
nubosidades, lluvia, poco viento.
Los médicos patólogos lo emplean:
Depresión en el hueso occipital
causada por objeto contundente.
Y por último es jerga de geólogo
que significa (más o menos)
un hoyo en la tierra.
La definición del amor de Hjalmar Flax tal vez contiene la rima más arriesgada de la poesía puertorriqueña:
A grandes rasgos, Amor,
es el sentimiento humano
de no hacerlo con la mano
si se puede hacer mejor.
Por ende, capullo en flor,
amémonos al unísono,
pero, mamita, en el piso no.
Esta dimensión lúdica del lenguaje, este erofrote de la palabra, que diría Oliverio Girondo, se engasta en una sensibilidad donde la soledad, la decepción, el hueco del amor, la ausencia de la madre, el paso del tiempo, la fáustica ilusión y el detalle intrascendente desembocan en una abierta voluntad de comunicación. En la lengua poética de Flax no hay zonas cerradas. El poeta no presume de vidente ni de inspirado, aunque lo esté. Su poesía es la obra de una inteligencia lúcida y dialogante que prolonga en el texto el conversatorio de la sobremesa, la confidencia íntima, la reflexión personal, la ocurrencia jovial, la tristeza también de cualquier día. Es también una acción compartida que procura un lector prójimo, urbano, moderno con quien cohabitar el espacio del habla. En cierta forma, Hjalmar, para usar la expresión de un poeta alemán, escribe para los que no leen poesía. Sus versos replican la dicción diaria en la que todos nos reconocemos. Y ello sin mengua del rigor formal, de la precisión técnica, de la función poética del lenguaje. De este modo, sin programas, sin manifiestos, sin aspavientos públicos, libro tras libro, Hjalmar Flax, fiel a sí mismo, nos recuerda el lugar de la poesía en nuestras vidas. ¿Qué más puede pedírsele a un poeta?
José Luis Vega
6 de octubre de 1995
Colegio de Abogados
Santurce, Puerto Rico
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* José Luis Vega nació en Santurce, Puerto Rico en 1948. Ha publicado los siguientes libros: Comienzo del canto (1965), Signos vitales (1974), Las natas de los párpados / Suite erótica (1974), La naranja entera (1983), Tiempo de bolero (1985), Bajo los efectos de la poesía (1989), Solo de pasión / Teoría del sueño (1996 ). La editorial Visor (Madrid) publicó su Letra viva, Antología (1974-2000) en 2002. También ha publicado el estudio César Vallejo en Trilce (1983), el libro de ensayos y poemas Techo a dos aguas (1998), y de la antología de cuentos puertorriqueños contemporáneos Reunión de espejos (1983) Fue profesor de poesía hispanoamericana en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, Director del Departamento de Estudios Hispánicos y Decano de la Facultad de Humanidades de ese centro docente. También fue Director del Insituto de Cultura Puertorriqueña. Actualmente es Director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española.