POESÍA

Charla a estudiantes de bachillerato en la Univ. Metropolitana.

             La palabra poesía viene de la palabra griega “Poiesis”, que significa “hacer”, “crear”, o “transformar”.  Viajar desde los poemas épicos de Homero, legendario poeta griego del siglo octavo antes de Cristo y presunto autor de La Iliada y La Odisea hasta el retroceso contemporáneo del “rap” y la “tiraera” es recorrer la ruta de la poesía occidental.  El camino mide más de 2,800 años.  Para recorrerlo, a menos que no seas un rancio especialista, basta leer una selección de poemas en traducción que te den una visión panorámica del desarrollo de la poesía en el occidente, que es el mundo donde vivimos. Cuando hayas recorrido más o menos 2,200 años y llegues al  Siglo 14, estarás en el renacimiento. De ahí arranca la poesía de nuestros tiempos. Es mucha y muy variada. Menos mal que ya existen los idiomas que conoces y podrás leer poemas en su idioma original y no en traducción. Si sólo hablas español, con eso basta; si también hablas otros idiomas, mejor. Pero no hace falta leer toda la poesía escrita en los idiomas que conoces durante los últimos 6oo años. Basta leer una buena selección de poemas escogidos por su excelencia artística y su relevancia al desarrollo de la poesía. Te diré un secreto: la mayor parte de los poemas que se han escrito y que se escriben no valen la pena. Pero los que valen la pena son maravillosos.

Se ha clasificado la poesía en “clásica” y “moderna”. La clásica, típicamente los poemas épicos, los de Homero o el Cantar de Mío Cid, es poesía donde el poeta está fuera del poema y narra eventos de los cuales es un mero espectador, o  alguien se los ha contado, o los ha sacado de libros y documentos. Aunque los narre con emoción y maestría, al poeta “clásico” no le interesa expresar sus sentimientos. La poesía moderna es todo lo contrario: el poeta está en el centro de su poema y expresa sus sentimientos. Desde este punto de vista hay poemas escritos en la antigüedad que son “modernos”, por ejemplo, los de Safo, poetisa griega del siglo 7mo antes de Cristo, y los de Catulo, poeta romano del siglo 1ero antes de Cristo. Hay poemas de nuestros tiempos que son “clásicos”, por ejemplo, Martín Fierro del argentino José Hernández y poemas patrióticos de Juan Antonio Corretjer y Luis Lloréns Torres, entre otros.

Todavía no he dicho qué es poesía. Poesía es una manera muy particular de usar el idioma que hablamos. Es la manera más económica y precisa de usarlo: en poesía lo que sobra daña. El poeta no dice en tres palabras lo que puede decir en dos y no dice en dos lo que puede decir en una. Por otra parte está el versificador, que no es poeta pero escribe versos porque ha aprendido métrica, es decir, cómo medir un verso. El versificador rellena sus versos con palabras innecesarias para conseguir que se ajusten a una medida métrica. El versificador tiende a ser baboso, el poeta nunca debe serlo.

En poesía se busca el uso más efectivo del idioma. El poeta es un francotirador, no desperdicia municiones, cada palabra que dispara debe dar en el  blanco. El versificador dispara con ametralladora. Usar el idioma efectivamente implica considerar, además del significado de las palabras, el sonido y el ritmo que las palabras crean en una frase o en un verso, porque el ritmo y el sonido de las palabras matiza y amplía lo que significan. El poeta sabe que la definición que da el diccionario es sólo parte de lo que significa una palabra. Solita en el diccionario una palabra está aislada, separada de todo contexto. El poeta sabe que al juntar una palabra con otras palabras se amplía el significado de todas y hasta pueden llegar a decir algo completamente distinto; como pasa en la ironía.

El reto de encontrar las palabras adecuadas requiere pensar con claridad. Por eso es casi imposible escribir un poema cuando se está sintiendo por primera vez la emoción que será el fundamento del poema. En ese momento todo es confusión. Por eso hace falta distanciarse, dejar que la cosa se enfríe, que las aguas lleguen a su nivel. Es más fácil encontrar las palabras precisas para expresar esa experiencia emocional cuando se recuerda la misma desde una relativa tranquilidad. Pero es más que eso; no sólo es cuestión de recordar, sino de revivir aquel momento para recuperar la emoción pasada. Es como escarbarse la cicatriz de la herida para que vuelva a sangrar. No es recomendable hacer eso si no eres poeta.

Un buen poema recrea en su autor la emoción de aquel momento, aunque haya pasado mucho tiempo. Además, un buen poema evoca en el lector una emoción que tiene resonancia con su propia vida. Si el poema emociona a muchos lectores quizás sea posible concluir que el poema tiene raíces en el conjunto de emociones que nos definen como seres humanos, llamémosle nuestro acervo emocional. Creo que por ahí anda el misterio de la comunicación poética.

Entre música y poesía hay una relación estrecha. En poesía se considera, más que en la prosa, el ritmo y el sonido de las palabras. Cada letra del alfabeto es  un sonido único que al juntarse con otras letras crea un sonido más complejo. Al formar sílabas y palabras surgen ritmos que se hacen más obvios en frases y oraciones. Donde el ritmo que forman las palabras adquiere su mayor relevancia es en el verso. Palabras bien juntadas en un verso crean algo similar a una frase musical. El “fraseo” en la música es similar al “verso” en la poesía.

Un verso es una unidad rítmica formada por un  conjunto de palabras sujetas a medida y cadencia. Esa cadencia surge del ritmo de la lengua hablada sometido a la disciplina de la versificación. Por eso es que un verso no es un trozo de prosa colocado como un peldaño de una escalera encima de otros trozos de prosa. Aunque parezca poesía, esa “escalerita” no es poesía. Es bobería. Y aunque los trozos  rimen tampoco es poesía. La rima es sólo uno de los muchos recursos de la poesía y no es el más importante.

Para sacarle el jugo a la poesía conviene conocer las reglas de versificación. Estas reglas son pocas y son fáciles. Casi todas surgen de la manera en que hablamos nuestro idioma, y de la necesidad de ordenar en la página lo que escribimos. Pídele a tus maestros que te las expliquen. Cuando sepas estas reglas hasta podrás escribir versos. Desgraciadamente no hay reglas que te enseñen a escribir poesía. Aunque toda la poesía está escrita en verso, todo lo que está en verso no es poesía.

Poder leer y entender un periódico, una revista, un libro de historia o de ciencia o de filosofía no te capacita para leer y entender poesía. Si sólo lees para obtener información o datos, leer poesía te parecerá una pérdida de tiempo. Desde ese limitado punto de vista tienes razón, porque nadie lee poesía para aprender datos y obtener información. Se lee poesía para gozar, para disfrutar, para tener una experiencia estética y emocional.

En poesía el dato tiene poca relevancia porque siempre se dice más o menos lo mismo: te amo, te tengo ganas, te odio, te echo de menos, olvido, carezco, estoy alegre, estoy perdido, estoy triste, estoy solo, tengo miedo, la vida es bella, la vida apesta, envejezco, me haces falta, ... etc. Si le dices alguna de estas cosas a un siquiatra, inmediatamente te va a preguntar por qué te sientes así y desde cuándo te sientes así. Vas a tener que hablar horas y horas para explicárselo. Un buen poema responde de antemano, sucintamente y completamente, a todas las preguntas del siquiatra, dice todo lo que hay que decir respecto a lo que dice.

La imagen poética es la esencia del poema, y es mucho más difícil de lograr que la versificación porque depende del talento del poeta, de su inteligencia, de su cultura, de sus experiencias, de su conocimiento del idioma. La imagen poética surge de lo que percibimos con los sentidos, con la intuición y con el ingenio; se manifiesta en el uso creativo y novedoso del idioma. Una imagen poética bien lograda sorprende e ilumina lo que dice. Ya te habrás dado cuenta de que una imagen poética no es una fotografía, ni un dibujo, ni un cuadro. Las imágenes poéticas desmerecen con el uso: el primero que dijo “dientes como perlas” o “labios de rubí” fue un genio, el último que lo dijo es un tonto. Por eso la necesidad de inventarlas continuamente.

Usamos muchas imágenes poéticas sin estar concientes de que lo son, por ejemplo: “los brazos de la silla”, “las patas de la mesa”, “el cielo de la boca”, “el culo de la botella”, “la tapa de los sesos”, “el ojo de la aguja”, “el tapón de la Baldorioty”, “no tener pelos en la lengua”, “tapar el cielo con la mano”,  etc.

Se le ha puesto nombre a algunas maneras de crear imágenes poéticas. Suenan raros porque vienen del griego. Por ejemplo: metáfora, sinécdoque, metonimia, sinestesia y otras. Pídele a tus maestros que te las expliquen.  

Conclusión

Poeta se nace. Eso no es ni bueno ni malo, es sólo una aptitud con la que nacen algunas personas, es una manera intensa de emplear tu idioma para auscultar y descubrir, comprender y gozar. Si eres poeta vas a hacer poemas. Nadie te puede enseñar a ser poeta. Sólo puedes aprender a ser persona, y eso ya es bastante. Lo que sí es posible es aprender a leer poesía. Conviene aprender a leerla porque sólo así podrás entenderla bien y tener los fundamentos para decidir si te gusta o no te gusta. No tiene que gustarte, a la mayoría no le gusta. Te aseguro, no obstante, que si aprendes a leer poesía y descubres que te gusta, ninguna lectura te dará más satisfacción que la de ciertos poemas de tus poetas preferidos, por quienes sientes afinidad y hasta hermandad. A veces podrá parecerte que han escrito esos poemas pensando en ti, que conocen tus emociones más íntimas y comparten tus sentimientos más secretos.

La poesía te abrirá la mente a la grandeza del idioma que hablas, a su extensión y su complejidad, a su capacidad de síntesis y de abstracción. Te darás plena cuenta de por qué el lenguaje es el mayor logro de la mente humana, lo único que nos diferencia del resto de los animales.

El único peligro de cultivar la poesía, como lector o como poeta, es que desarrollarás la buena o mala costumbre de leer lentamente, a veces en voz alta, fijándote en todo, que es la manera de leer poesía. La experiencia estética dominará tu criterio como lector. Te importará menos el dato y la información y más cómo está escrito lo que estás leyendo. Errores y deficiencias en lo que lees saltarán a tu vista, te dañarán el disfrute de la lectura, sin quererlo comenzarás a corregir y editar lo que lees, te aburrirás y acabarás cerrando el libro.

En mi caso no tuve opción. Desde la temprana adolescencia las palabras me entusiasmaron y fascinaron. Ese entusiasmo y fascinación no ha disminuido. Hoy las palabras son lo que más me interesa, lo que más me divierte y lo que más me consuela. Sé que soy afortunado.

Muchas gracias.

Hjalmar Flax
28 de abril de 2010

 

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