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Los pequeños laberintos

Tiempo adverso

Confines peligrosos

Razones de envergadura

Cuestión de oficio

Poemas de La Bestia

Abrazos partidos y otros poemas

Contraocaso

ObraBreve 1969-poemarios-2007

Mientras Tanto

Sonetos

Penultimatum

50-ODD POEMS
Quien Sabe
The Fistwalker and Other Poems

 

Prosa:

La poesía de Luis Palés Matos

Sylvia en mi corazón

La fama y otras desgracias

La tinta del calamar

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Mi estimada y querida amiga

Poesía

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Actualizado 1-diciembre-2023


 

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foto por Oris K. George

NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA


Hjalmar Flax nació en Puerto Rico (1942), donde reside. Ha realizado estudios de literatura en las universidades de Pennsylvania y Puerto Rico. Es juris doctor por esta última (1969) y ejerció la abogacía desde 1970 hasta 1998. Además es piloto de pequeñas embarcaciones y avionetas. Ha sido crítico de cine. Es autor de catorce poemarios publicados: 44 Poemas (1969); Los pequeños laberintos (1978 y 2003); Tiempo adverso (1982); Confines peligrosos (1987); Razones de envergadura (1995); Cuestión de oficio (1998); Poemas de La Bestia (1999); Abrazos partidos y otros poemas (2003); Contraocaso (2007), Mientras tanto (2012); Penultimatum (2015); y 50-ODD POEMS (2017); Quien sabe (2022); y The Fistwalker and Other Poems (2022). ObraBreve 1969-poemarios-2007, publicado en 2009, es una agrupación de los primeros nueve poemarios. Sonetos (2013) y Sonetos (2017) agrupa los sonetos que aparecen en los libros anteriores. Ha recibido premios del Instituto de Literatura Puertorriqueña, del PEN Club de Puerto Rico, del Instituto de Cultura Puertorriqueña y del periódico El Nuevo Día. En antologías y revistas se han publicado selecciones de su poesía. Ha publicado ensayos y artículos en revistas y periódicos. Ha sido traducido al inglés, al rumano, al francés y al italiano.

 

Muestra de Poemas

 


        PRÓLOGO


Tiene la nada
el atractivo de la sencillez.

 

 

        POIESIS
 

Escribe el escritor y al escribir
desde la más profunda soledad
donde se empoza impuro el sedimento
del sueño y la vigilia que es su vida,
a ese rincón de olvidos, a ese sótano
secreto acude, escarba, yace, busca
consigo estar callado en su desorden,
entre sus trastos como un trasto más.
Entonces, quizá entonces, sólo a veces,
alguna oblicua luz que no le llega
de sol ni de bombilla, le relumbra
el papel sobre el cual junta sonidos,
cadencias de palabras, que no caen
desde el distante mundo sino desde
su propia sangre viva hasta su mano,
menguada ya la fuerza originaria,
dejando trazos que parecen versos.

 


        ARTE

Quiero pensar
que alguna vez pudiere
abrir la ostra hermética
donde mi alma duerme.
Rociarla
con el jugo agrio de la tarde.
Comérmela,
y sacar una perla de mi boca.
 

 

        FÁBULA
 

Pobre princesa,
se equivocó de sapo.
 

 

        DETERMINACIONES
 

Depresión
es el término siquiátrico
para decir desgano, pesimismo.
(Los más pedantes dicen:
sicosis maniaco-depresiva.)


También es argot metereológico:
nubosidades, lluvia, poco viento.


Los médicos patólogos lo emplean:
Depresión en el hueso occipital
causada por objeto contundente.


Y por último es jerga de geólogo
que significa (más o menos)
un hoyo en la tierra.

 


        CLAVE
 

Después llega el futuro.
El polvo horizontal sobre las cosas.
La memoria rendida. La locura
sentada en el sofá
a sólo un paso.


Entonces no hay camino razonable.
Sólo queda la estrecha fantasía
del segundo después.

 


        GANANCIAS


Cuando era niño
quería ser grande,
tener automóvil y hacer
lo que me diera la gana.
 

Ya soy grande,
tengo automóvil
y no puedo hacer lo que me da la gana.
No sólo porque no puedo,
sino porque a menudo
no me dan ganas.

 


        EL PADRE NUESTRO


Padre nuestro que estás en la oficina
reverenciado sea tu nombre.
Benefícianos en tu herencia.
Hágase tu voluntad en casa
como en el despacho.
Danos hoy el filete, las papas fritas
y el mantecado de chocolate.
Perdónanos las coles de Bruselas
y nosotros perdonaremos a la cocinera
si el filete le queda muy cocido
y las papitas mongas.
No nos tientes con promesas falsas.
Regálanos coches deportivos.
Ampáranos de la policía.
Excúsanos de servir en el ejército.
Pues tuyo es el país,
el poder y los pesos
por los siglos de los siglos
amén.

 


        A PURA VOZ


La pared aparente
que separa locura de cordura
como el cristal es transparente y dura.
Se palpa con la palma de la mente,
y sólo se atraviesa y se regresa
cuando la voz es pura.

 


       
        PRÓLOGO


Cuán pronto se apresura, habilidosa,
la araña hacia la tierna mariposa
que aletea en la red del pensamiento.
Ya captura, ya pica, ya amortaja
su vivo sentimiento
para futuro espiritual sustento.
Y ese brillo que adorna, adamantino,
la red vulgar no es lágrima. Es rocío.
Las arañas no lloran, amor mío.

 


        FUGA


Hastiado ya de argucias,
cansado de pulir, como los ríos,
las piedras del camino de mi vida,
quiero ser agua clara que riela,
no agua hosca que escarba,
y superficialmente bajo el cielo
deslizarme hacia el mar, agua que pasa
sobre la cuenca sin rozar el fondo,
bajo los puentes sin tocar la arcada,
por el recodo sin hollar la tierra,
retirada del junco y de la vaca,
sin floridos jacintos que me cubran
ni peces que me naden. Quiero nada.
Pasar. Fluir hasta la mar sencida
y allí agotar la gota de mi vida
pequeña y desdichada

 

       
        CANCIÓN DE AMOR


Desde que tú me besas
comprendo lo que dicen los boleros.
Por eso los reescribo con idénticas letras,
las mismas melodías y los viejos arreglos,
pero son diferentes porque estás dentro de ellos.
Los canto para verte, para que te mires,
para decirte lo que siento exactamente.
 

Si dejas algún día de escucharme
porque escuchas a otro, o a nadie y simplemente
no te interesan ya nuestras canciones,
dímelo, por favor, por si no me doy cuenta.
Aunque jamás te pediré que no me dejes,
te pido que no me dejes
hacer el ridículo.

 

       
        HABITACIÓN


Te busco en todo.
Te encuentro en mí.

 


        POEMA EN SAN VALENTÍN


Tu recuerdo me vive a su albedrío.
Hoy levanta ante mí mi propia imagen
feliz cuando contigo:
es un fantasma ilusionado, alegre,
que me sale del cuerpo
y abraza tu recuerdo, y enlazados
bailan en el espacio de la vida,
en ese espacio hueco donde habito
desde que por razones racionales
llevé a cabo los actos rigurosos
de cortar y arrancar
y echar a andar sin voltear el rostro,
para dejar atrás lo inconveniente.
 

Pero mi corazón, torpe animal,
sin comprender por qué se lo llevaban
como si nada grave aconteciese,
se volteó en su jaula de costillas
para ver a su amor permanecer
de pie, tras un portón,
en una calle ingrata, para siempre.
 

Piedra de sal no me volví, del todo.
Pero mi bruto corazón
piedra de sal se hizo en ese instante.
 

Por eso es que a pesar de tantos años,
boto sal por los ojos
pruebo sal en la boca
trago sal,
cuando en atardeceres soleados,
o mañanas lluviosas, o noches estrelladas,
en el espacio hueco que es mi vida
baila un fantasma alegre, ilusionado,
con tu recuerdo vivo.
 

Y yo los miro.
Los sufro con paciencia.
Los perdono.

 


       VIENDO “ORFEU NEGRO”


Casi muchas veces creyó haberla olvidado,
o al menos reducido a un pequeño recuerdo
que brota con un poco de nostalgia
y una sonrisa amarga y pasajera.
 

Ahora, sin embargo, mira la tele y llora
inconteniblemente, sin bien saber por qué.
Siente su corazón colgado entre su aliento
como un enorme albatros malherido.
 

Presiente que está herido de muerte y no se muere.
Y recuerda que él mismo disparó la saeta.
 

Entonces le parece que su albatros
lo transporta colgado pesadumbrosamente
sobre el blanco plumaje ensangrentado
por la senda bordeada de flores silvestres,
        el mar y el precipicio.
 

Y surge la pregunta: ¿Adónde ahora
y mañana y pasado mañana los consuelos
del amor, la belleza y la literatura?

 


        EN EL PARQUE DEL BUEN RETIRO
 

No es entender. Entiendo. Es aceptar.
Acepto, pues, la juventud que pasa
frente a mí desplegando su belleza,
y el abismo insondable que separa
su voluptuosidad de mi deseo.
Acepto el cuerpo donde siempre habito
cada vez más extraño y menos mío.
Acepto a mis amigos y enemigos
porque en unos y en otros me reencuentro.
Acepto mis poemas, mi poética,
y todo lo que he hecho y lo que no he hecho.
Acepto mis manías, mis costumbres.
Acepto a mis parientes y a mis muertos.
En fin, lo acepto todo,
hasta el engaño de alargar la vida
viviendo cada hora de este día.

 


        ABRAZO PARTIDO
                                     
      (para Carlos Varona)


Ya nos hemos contado muchas cosas
en todas sus variantes varias veces,
y nuestras vidas ya no nos sorprenden.
Nos hemos comprobado que no somos
perfectos, ni aun extraordinarios.
Entre nosotros lo que piensen otros
es justamente eso, y nada importa.
Nos hemos reducido al buen tamaño
de cómodos caber en un abrazo.
Conmovidos y alegres aceptamos
este regalo que nos dio la vida,
y nos llevamos sobre el corazón
como amuleto de la buena suerte,
ineficaz, ya lo sé, contra la muerte.

 


        SOBRECITOS DE AZÚCAR
                                             
 (para Ángela)


Recuerdo cómo juntas tres,
cómo los sacudes (suave sonido),
cómo los abres de un tirón
y haces llover azúcar en tu taza de café.
 

Aprendí a juntarlos,
a sacudirlos (suave sonido),
a abrirlos de un tirón
y hacer llover azúcar en mi taza de café.
 

Hoy, en este lugar que te conoce,
los sacudo, uno a uno.
Oigo el suave sonido.
Miro llover azúcar que no endulza
el suave son ido de tu ausencia.

 


        SI FUESE YO A CREER
                                             
  (para Ángela)


Si fuese yo a creer en ángeles
(y sé que tú sí crees)
no perdería el tiempo imaginándomelos,
debatiendo si tienen alas y vuelan
o si visten blancas túnicas y levitan.
Sé que si existen,
obviamente,
serían como tú.

 


        TANGO

                                            (a Arturo Trías)


                    1.
Querido Arturo,
estoy en Buenos Aires,
en el Museo Carlos Gardel
con una pena enorme porque no estás aquí,
ni en ningún sitio, que yo sepa.
Hace tiempo que no sé de ti.
No me has llamado,
de ninguna forma te has comunicado
con tu amigo que te extraña.


Sospecho que no sabes
que la voz de Gardel fue declarada
patrimonio de la humanidad.
La voz que ya, quizá, no escuchas
y yo sigo escuchando.
La misma voz que flota en los espacios
de este museo modesto.
Sólo la voz, la voz sin cuerpo.
Sólo el sonido: timbre y matices.
La voz que descubrimos juntos
cuando éramos niños y nos creíamos hombres.
La voz que fue creciendo con nosotros
y que sonaba cada vez mejor.
La voz de la pasión y la añoranza.


                    2.
El tango es una entrada sin salida,
una pasión que nunca se consuma
y siempre te consume,
un sentimiento trágico que ciñe el pensamiento,
un caminito estrecho que el tiempo nunca borra,
un poema de Vallejo,
un deseo de volver al paraíso
traspasadas las puertas del infierno.
 

Querido hermano,
entraste y te encerraste,
y viviste tu vida como un tango
cantado por Gardel.
Quién sabe qué buscabas.
Quién sabe qué encontraste.
Sólo sé que una tarde ya no estabas,
y persisten el susto y la tristeza.


                    3.
Sólo decirte quiero en lo imposible,
Arturo que no estás o donde estés,
que estoy en Buenos Aires,
que estuve en el Museo Carlos Gardel,
que fui a La Chacarita y visité su tumba,
que estoy en un café
tomándome un coñac con tu recuerdo.

 


        A UN JOVEN POETA

Créeme: no es el amor el que va a venir,
sino la belleza con su estola de albas muertas.
                                        Roberto Bolaño

Joven poeta, te compadezco.
Te pasarás la vida
buscando sin saber dónde buscar,
ni lo que buscas, ni lo que quieres,
dando tumbos de ciego entre sonidos
de palabras y frases concertantes
        y desconcertantes.
Nunca podrás salir
de los confines de tu corazón
        vedado a los demás.
                ¡Oh, confinado!
Por inconforme nunca te amarás,
ni a otros amarás por inconforme.
Caminarás sobre tus años
tendidos como calles de viejas ciudades.
Cuando ya sea muy tarde
y estés llegando a donde no creíste
que llegarías jamás, y estés perdido
en el hollado y desolado páramo
donde moró tu espíritu
maltrecho, te darás cuenta
de que, a pesar de todos tus poemas,
te encuentras en el punto de partida,
aún no sabes nada,
tienes la muerte cerca,
y estás solo.

 


        “GONE WITH THE WIND”


La obra maestra de David O. Selznick
no me hace pensar en los sureños norteamericanos,
ni en la destrucción de su cultura elegante
montada a lomo de la esclavitud negra.
Ni en la mal llamada Guerra Civil
sustentada de mentiras, como todas las guerras.
Ni en la Revolución Industrial de los Estados Unidos.
Y mucho menos
en la supuesta liberación de sus esclavos.
Todo eso importa en la novela de Margaret Mitchell,
pero no en esta película magnífica.
Vientos de guerra y cambio tumultuoso
no pudieron tocar lo que otro viento
se llevó para siempre:
la belleza de Vivien Leigh,
la bella figura de Clark Gable.
Ese viento manso que mueve las arenas
y acaricia los flecos del manto de la Muerte.

 


        TRANSFORMACIÓN

Ser poeta não é uma ambição minha.
É a minha maneira de estar sozinho.
                                    Alberto Caeiro

Seré mi nombre. Seré mis poemas.
Ya dicen: “Como dice Hjalmar Flax”
y citan mal un verso mío.
Pero a mí, que no soy
ni mi nombre ni mis versos,
a mí, de carne y hueso,
a este animal envejeciente
que se levanta y hace sus necesidades,
se cepilla los dientes y va al médico,
que toma medicinas y hace compras,
que camina y evita tropezar,
que almuerza en fondas,
que vive solo...
a mí no me conocen.
Mi nombre puede ser de otro,
y mis versos...
mis versos son la tinta de un calamar que huye.

 


       
DOS VIEJOS

«Tin marín de dos pingüé
cúcara mácara títere fue...»

Ahí están, en su mesa acostumbrada,
acompañados pero solos,
rumiando sueños y mirando fúnebres
como los bueyes de Palés.
Les pasa ajeno el mundo por delante.
Parecen revestidos de paciencia,
parecen viejos sabios,
pero son impacientes y contradictorios.
En el fondo saben que no saben nada,
sin embargo lo niegan.
Todas las certezas de su juventud
se esfumaron con la juventud.
 

Están frente a sus tazas de café
sentados al final de su futuro
que ayer imaginaban tan lejano.
Cuando hablan se quejan y critican,
pero sólo dicen
que cualquier tiempo pasado fue mejor.
 

(Y desde su vejez tienen razón).
 

Los miro y un escalofrío
me recorre la espalda cuando veo
dentro del árbol que sombrea la calle
una figura hosca, encaramada,
moviendo un dedo silenciosamente.

 

 

        LA INVITACIÓN


Hubiese ido, pero no me invitaron.
Tampoco lo esperaba.
Es más, me hubiese sorprendido.
Acostumbrado estoy, ¿cómo se dice?
a no pertenecer a esas esferas,
a no moverme en esos círculos.
Claro, que no despreciaría la invitación.
Hasta hubiese alquilado una etiqueta,
ido al barbero, brillado el carro...
No. Es un chacharro. Mejor llegar en taxi.
A esos lugares hay que ir bien puesto.
Tengo entendido que la invitación
incluye acompañante.
¿A quién invitaría yo a ese evento?
¿A Maritere? No, está muy vieja,
mejor una más joven, más bonita.
¿A Luz Idalia? No, viste muy charra,
habla demasiado, puede meter la pata.
¿A Iris? Hace tiempo que no hablamos,
es probable que aún esté molesta.
Uy, no. ¿A quién? Mejor voy solo,
siempre es posible conocer a alguien.
Aunque en esos fiestones es difícil
hallar a una mujer sin un parejo.
¿Ir solo, para qué? Nadie me conoce.
¿Ser cucaracha en baile de gallinas?
Deja eso. No voy. Me quedo en casa
viendo televisión. Siempre dan algo.

 


        MÁS VALE TARDE QUE NUNCA
 

Los atardeceres
son bellos
imponentes
tristes
gloriosos
violetas, anaranjados, verdes, grises,
tranquilizantes
emocionantes...
Los atardeceres son todo eso y más
pero no son poéticos.
Sólo la poesía es poética,
y los atardeceres no son poesía.

 


        BELLEZA PIDE SONETO

¡Oh más dura que el mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo,
. . .
                                    Garcilaso de la Vega
 

Dale a la popa, Mulata, / proyecta en la eternidad
ese tumbo de caderas / que es ráfaga de huracán,
. . .
                                        Luis Palés Matos


Mamisonga, más dura que el concreto,
más imperiosa llegas que un decreto
a conturbar la calma de mi asueto,
centrifugarme el alma en el magneto
 

de tu presencia rítmica. Discreto
hoy te evoco y redacto este folleto
para un futuro cerebrito inquieto
que estimule mi artrítico esqueleto.
 

Ya levanta cabeza este soneto,
¡oh, encarnada visión, sensual düeto!
Para llevarlo a cabo con reespeto,
 

introducido el último terceto,
con placer, monorrimo, y ya completo
te lo someto, amor, te lo someto.

 


        CAMINO AL BARCO


                    -1-


Esa mirada desafiante
que veía en los ojos de otros hombres
ha desaparecido.
Ahora, si alguno me mira,
veo una mirada benevolente,
acompañada, a veces,
de una sonrisa respetuosa.
Me dan ganas de agredirlo...
Pero, ¿qué culpa tiene ese joven,
de abundante pelo oscuro
cintura compacta y paso firme,
de que yo haya envejecido?


                    -2-


Me miran y sonríen amablemente.
Me dicen:
        Pase usted, don.
        Adelante, usted primero.
Le dicen a los otros:
        Cuidado con el caballero.
Y a los niños:
        Cuidado con el señor.
Ya casi no me molesta.
Comprendo por qué lo hacen.
No es para burlarse de mis canas,
ni para demostrarme que estoy viejo.
Es, sencillamente,
por miedo a la muerte.

 

 
        AY, LA POESÍA...


                    1.
¡Ay! la poesía, la poesía...
¿Qué tendrá la poesía? Yo no sé.
Mucha poesía se ha escrito y se escribe.
¡Qué afán de decir quién sabe qué!
¿Por qué? ¿Para qué?


                    2.
Los mejores poemas se parecen
a los tremendos choques de automóviles.
La gente se detiene ante ellos
a asombrarse, a emocionarse,
a pensar en la vida y en la muerte.


                    3.
¡Ay! la poesía, la poesía...
PalabrasPalabrasPalabras...
Obsesión ecolálica.
Excrecencia del lenguaje.
Herramienta divina.


                    4.
La poesía...

 


        TENACIDAD


Va cada cual consigo mismo a cuestas
por las altas y bajas de su propia existencia
instado por el ritmo de los días y las noches,
de semana en semana, de año en año.
 

Por su pequeña ruta,
tres o cuatro paradas, su rutina,
desperdiga su tiempo en poco, en nada.
Y sin embargo vive, como vive
todo ser su minúscula existencia.
 

Tiene vida la vida que el vivo ser no sabe,
y sin saber persiste: el cangrejo en su cueva,
el insecto en el árbol, el percebe incrustado,
la lombriz en la tierra, el ave, el pez, el cabro...
 

Algo tiene la vida que le viene de entonces y de cuando.
 

Pero el hombre, encumbrado,
con su abultado ganglio que delira,
se cree distinto al ave, al pez, al cabro;
superior al percebe, la lombriz, el insecto,
más libre que el cangrejo a la orilla del mar;
fantasea su existencia, rechaza su futuro,
pero muere en su tiempo, como todos.
 

Pueda yo ver la esencia de cada cosa inerte,
la especial maravilla de cada ser viviente
que comparte conmigo este espacio, este instante,
este aire, esta luz, este destino.

 

El HOMBRE DETENIDO
(foto en blanco y negro)


Sobre la plataforma de madera,
a tres metros del suelo, está de pie.
El cinturón de cuero que lo ciñe
le sujeta los brazos a los lados.
Grilletes le coartan los tobillos.
Insólita corbata, la ancha soga
le ajusta la capucha al cuello, casi
se distingue el contorno de su rostro.
Grueso le cuelga el nudo sobre el pecho.
No ve por la capucha, pero sabe
que está parado sobre la compuerta.
(¿Acaso la sintió ceder un poco?)
Hacia atrás, en la sombra, un sacerdote
mira la Biblia con la boca abierta.
(¿Oyó las preces, encontró consuelo?)
Con la mano derecha en la palanca
mira el verdugo su muñeca izquierda.
(¿Aguardará que llegue el segundero
hasta el número doce?)
 

Sin embargo aquí todo sigue estático.
El segundero nunca llega al doce
La mano nunca mueve la palanca.
El cura nunca cierra ni el libro ni la boca.
Y el hombre encapuchado seguirá
parado en la compuerta, soga al cuello,
el vacío debajo de sus pies.

 


        ABLUCIÓN


Lavo mi cuerpo envejecido en este
mismo cuarto de aseo donde hace
tantos años que vengo recreando
la grata ceremonia del baño cotidiano.
 

Cual si fueran familia, reconozco
las losetas del piso, el botiquín,
las luces fluorescentes que lo enmarcan,
los azulejos, la bañera, el inodoro,
los toalleros, el lavabo, todo...
todo salvo este cuerpo envejecido
que froto con jabón, enjuago con la ducha,
y me hace recordar tiempos mejores
perdidos en la estela nublosa de la vida.
 

Una vez más me agrede silenciosa
la ingrata permanencia de las cosas.

 


        QUERIDA ABUELA


En mi viaje hacia el vacío
llego a una edad en que descubro
las enormes verdades de las cosas trilladas,
los estrechos confines del pensamiento lógico,
la terrible tristeza tras las modas,
la irrelevancia de la gran historia,
y la enorme importancia de lo efímero.
Hasta este juego al que rendí la vida
ya no entretiene tanto
como las voces y las risas de niñitos pequeños.
"¡Son tan graciosos!" me decías...
y yo no comprendía.
Hoy sé que no hay nada más lleno de gracia
que los niños pequeños.
Los amo a todos con tierna compasión.
En sus caritas transparentes brilla
lo que pudimos ser y nunca fuimos,
lo que pronto perderán en la barbarie
que se llama humanidad.

 

        EN LA ORILLA


A veces el poema es un narciso ciego
que sueña con su imagen y no encuentra caminos.
Se pierde dando tumbos entre palabras huecas
y expira en los silencios de sordos desatinos.
 

A veces el poema es un narciso blanco
con un pequeño sol en su centro amarillo
que ilumina las aguas del río que es la vida
y transporta al lector por luminoso trillo.
 

Tensado tantas veces entre esos dos extremos
está el poeta, ¡pobre!, esclavo del misterio.
Transformado su oficio en potro de tortura,
atormentado vive su vida en cautiverio.
 

No obstante y sin quejarse, el poeta persiste,
camina por las calles de la ciudad, almuerza
en fondas con amigos, o solo, y permanece,
y regresa a la orilla, y recomienza.

 

A LOS MAÑANA PRESENTES 

(con mi bisabuelo, Francisco Rivera Sánchez)

Cuando en salud no sirva ya la cura 
y falten los remedios efectivos
para permanecer entre los vivos,
ver otro amanecer, cuando la dura

realidad el fin de mi aventura
anuncie sin adverbios ni adjetivos
y vea cuánto son insustantivos
los acïertos de la literatura,

me deseo tener la buena suerte
de aprovechar el trance de mi muerte
conscientemente, de que sea fugaz,

de que ninguno llore. Más si llora,
oder decirle tierno y firme: "Es hora,
déjame, por favor, morir en paz."

            


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